Febrero 22 2024
La voz le habló de nuevo, y le dijo: «Lo que Dios ha purificado, no lo llames tú profano.» Hechos 10;15.
Lo que yo he purificado no lo llames profano, me has dicho al corazón.
Gracias Amado Jesús por esto cayendo en mi corazón;
este día en que me abriste los ojos y quitaste la venda de lo común, en mi día a día, me diste el peso en mi interior, mi ser y mi alma de cuidar y atesorar, escudriñar y guardar en lo más íntimo de mí, mi matrimonio.
Hoy me has puesto este sentimiento genuino de amor por mi matrimonio, me has dicho que se dio a luz un fruto genuino. Este matrimonio ha sido plantado en cuna cristiana y ha sido el primero de ambos. Ha sido el primer matrimonio que rompió con la fornicación de mis generaciones venideras, ha sido el matrimonio que has apuesto para limpiar la vida de mis hijos.
Para en esto, cimentar lo que tú quieres para ellos.
Gracias Amado Jesús, porque no habría entendido nada si no fuera por tu misericordia, sino fuera por tu amor por nosotros y tu sangre en la cruz.
¡No habría entendido que significaba mi matrimonio!
Y, este valioso estudio es un tesoro que hoy me ha hecho comprender a profundidad lo que has supuesto en mis manos, y gracias a la revelación del Espíritu Santo, lo has plantado en lo profundo de mi corazón.
Todo lo que tú has hecho en mi corazón, es para que yo sepa que es lo que tengo que defender de las garras del enemigo, y que es lo que tengo que cuidar del mundo. Ahora se, que es lo que tengo en las manos.
Y te hoy la honra y la gloria solo a ti, que hiciste esto en nuestras vidas.
Solo a ti, Jesús Cristo, Hijo de Dios altísimo. Gracias por tu amor en mi matrimonio, que es únicamente para tu servicio.
Nada puede apagar las llamas del amor. ¡Nada, ni las inundaciones ni las aguas abundantes del mar podrán ahogarlo! Si alguien tratara de comprarlo con todo cuanto tiene sólo lograría que le despreciaran.
Cantares 8;7
Rebeca.
Cordón de Jesús.
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