Septiembre 28 2024
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Cor 12;9.
Estaba tan enojada, que le había dado cabida al enemigo en los pensamientos, tras los varios sucesos que estaban adheridos en mi mente y en mi corazón. Estas persecuciones que habían transcurrido tantos días me habían hecho saber que no tenía que hacer nada, sino corrí a tus pies, pensaba en ti, te imploré que solo me dijeras una palabra, que con una sola palabra tuya bastaría para sanarme, para que mi alma descansara en ti, Tú mi refugio seguro.
Hui de mi esposo tanto tiempo atrás, huía de su carácter y de sus errores, pensaba que lejos y aislada podía estar mejor, pero solo me dices que me basta tu gracia que tú poder de perfeccioné en mi debilidad. Que solo al mirar tus ojos, ahí podré seguir encontrando paz, que tú eres la fe.
Mi esposo me seguía hablando, pero no había podido escuchar tu voz cuando él me hablaba, y no sabía que en donde menos podría encontrarte, ahí estabas.
Y fue así, que este enojo seguía latente, pero tú sí sabias que no lo quería seguir manteniendo, yo sabía, que sí podía enojarme, que, sí podía estar airada, pero que este enojo tenía que ponerlo en el único lugar donde podía ser contenido: A tus pies, y entre mi carne, cabeza y corazón solo quedaba hacer una cosa, ¡rendirme!
Cuando mi esposo sujeto mi mano, y me llevo hasta donde estaba él acostado, mi cuerpo quedo abrazado totalmente a su lado, mi cabeza en su pecho, y en el silencio que invadió, sus latidos se escuchaban cada vez más fuertes.
En el silencio llegó tu voz, Soy yo.
Me desarmaste en ese instante, me desvanecí cuando me llevaste a varios momentos incontables donde tú me estás dando tus abrazos a través de él.
Me mostraste, como siempre has sido tu.
Y ahí descansé al fin, quedé en un sueño profundo, desarmada, llena de tu Paz, y durante unos minutos, me hiciste sentir como siempre eres tú.
Al final de esos momentos plasmaste en mi corazón, lo que tenía que asentir y por fin acepte: Te complació amarme a través de este abrazo. Te complació estar aquí y utilizar a mi esposo para este abrazo lleno de tu amor y tu paz que sobrepaso todo mi entendimiento.
Cuando desperté, me disté un beso en la frente a través de él, y te siguió complaciendo hacer de esos minutos, los más hermosos y llenos de paz.
Dejaste plasmado en lo profundo de mi corazón, ver a mi esposo con tus ojos y a ti en él. El Espíritu Santo me decía, que Sara le decía a Abraham -sí señor, porque está en ella complacerlo en todo, tener esa disponibilidad atenta siempre. Y me quedo con esto, -sí Señor, te complació amarme a través de este esposo, y defenderé con mi vida este matrimonio que te costó a ti, y que el enemigo quiere robar, con mi vida, parada en la brecha seguiré por tu amor en este matrimonio.
Hoy mi corazón solo se alegra la oír tu voz.
Hoy voy contigo a esa dirección, a donde quieres llevar este matrimonio, a tu plan, a la historia que ya está escrita sobre nosotros, al propósito que tienes para este matrimonio, seguiré, por ti.
Te amo Jesús, mi amante eterno, el amor de mi vida, mi lugar seguro, mi protección, mi refugio, el aire que respiro, amarte hace que todo valga la pena.
¡Sea la Gloria para el único Esposo Celestial, Jesús!
Dorcas.
C3D Veracruz.
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