top of page

Venciendo la inseguridad.


Septiembre 20 2024

A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.

Filipenses 4;13




Alabando su Glorioso Nombre con mi testificación.



En esta poderosa hora que el enemigo me quiere repetir una y otra vez que no sirvo para nada, mi amado Señor me repite: tú puedes, yo te he puesto aquí.

Tú puedes yo te he formado, instruido, capacitado.

Y mi corazón se desborda, porque, a pesar de que en el instante todo se vea gris y que no sirves para nada, decido creer en la voz del Espíritu Santo que me dice ¡vamos si puedes!


Hoy sé que vencí la inseguridad ante mi esposo, que ha sido el instrumento del enemigo para hacerme sentir que no soy capaz de nada y humillarme, pero que ha sido el instrumento de mi amado Señor para poder refinarme en el carácter, no contestar y demostrarme a mí misma que: lo que dice de mi Jesús es lo que importa en mí. Hoy pasando una mañana en la que toda la responsabilidad de una madre tenía que estar, hice todo lo correcto hace cinco días para el examen de ingreso de mi hijo, y la tecnología no se me da mucho, me enredaba en ver los iconos o leerlos bien, haciendo todo correcto, el apartado de abajo decía: sin foto y en pluma azul, y lo apuesto, puse foto y en negro, también en la aplicación de convertir pdf, se habían fusionado los archivos, para esto, quite el programa de convertidor ya que era de paga y vencía. Al estar ingresando a la página, me pedía los documentos uno por uno, y leo -sin foto-. Fue ahí que todo empezó, para esto todo el cuerpo me templo, toda la vista se nublo y fue que empezó lo que sería mi prueba. (Más tarde me daría cuenta de esto). Al pasar el tiempo, mi esposo no veía que yo hiciera algo, y la intimidación empezó a entrar, sentía como él estaba ahí solo esperando que yo fallara para poder decir algo más agresivo. Fui a él después de muchos intentos, y le dije, mi celular no tiene, ¿me prestas el tuyo? y pesé de todo, me lo dio, tres intentos más y con el suyo tampoco pude, él estaba más intenso y yo más nerviosa, después de un grito me dijo: sabes que, ya, ¡no pudiste! Este tono no era el de mi esposo, es lo que sí sé diferenciar. Entonces alabe a mi amado, y empecé a declarar que él me diera a través del Espíritu Santo la respuesta de donde guardaría el archivo y cómo es que lo haría, ya que el otro archivo no me servía, sabía que abría oposición, pero tenía que permanecer, esto estaba orado durante todo un año atrás, esta escuela, estos tiempos, todo esto ya estaba orado, solo tenía que resistir, y el enemigo huiría. Mi hijo observaba y mi esposo ya a estas alturas estaba fuera de sí. Solo me calme y no deje de alabar y pedirle a mi Esposo Celestial lo que él quería que hiciera. Él jamás iba a permitir que esto se saliera de control, ni iba a dejar que mi hijo -su hijo- no presentara el examen. Así fue cuando todo en mi se calmó, pese a que el ambiente estaba hostil con la oposición que estaba levantándose, jamás nada se salió de control.

Todo quedó en tiempo y forma, el Espíritu Santo, me dio la dirección de donde ir a buscar y donde podía guardar el archivo. Estaba muy, muy nerviosa, y por un instante, casi le creo la mentira a Santanas de que no sirvo para nada y que no hice nada en responsabilidad, tiempo y forma; casi le creo que yo no sirvo.

Entonces ahí el archivo fue recibido por la escuela, y en eso, todo el sistema nervioso casi me hace desmayarme. En seguida me levanté y fui a los pies de mi Amado. Alabé Su nombre y le dije gracias por ayudarme, me sentía mal, pero tú lo hiciste él me dijo: pásate la prueba. Has vencido la intimidación. Me entró un gozo inexplicable, alabe y alabe más Su Nombre, mi corazón estalló de sentirle a él, que todo lo que estoy pasando es para vencer, y me levante glorificando su Nombre; mi hijo me vio y se sorprendió, pese a lo que había pasado, ¡yo estaba en gozo! Entonces mi amado me recordó con su dulce voz: él ya no puede herirte más.

Me desborde que estás palabras me las dijera, porque es real, mi esposo terrenal no puede herirme, y hoy con mi amado Jesús, se quién soy, y si fallo y vuelvo a caer, él me sostiene, y es él quien hace que todo tenga un propósito y un para que. Así como hoy, ese error que tal vez cometí se convirtió en mi escenario para vencer la intimidación que aún existía ahí. Doy toda la honra al que es digno de alabanza y su amor siempre sostiene.

Siempre te hace sentirte segura. Tú mi seguridad y mi protección.

Te amo Jesús, porque me enseñas cómo amarte a ti, y cada día haces que valga la pena.



¡Qué maravilloso es tu amor, oh Dios!

¡Bajo tus alas, los hombres buscan protección! Quedan completamente satisfechos con la abundante comida de tu casa; tú les das a beber de un río delicioso, porque en ti está la fuente de la vida

y en tu luz podemos ver la luz. Salmo 36; 8:10






Rebeca.

C3D MINISTERIO.


27 views0 comments

Recent Posts

See All

תגובות


bottom of page