El rey Salomón, hijo de David, construyó un templo en honor a Dios y le hizo varias peticiones a través de la oración para su pueblo Israel, las cuales están todavía vigentes inclusive para nosotros su Iglesia actualmente.
Él igualmente había recibido promesas de Dios al igual que nosotros también, recibimos promesas de Dios a través de su Palabra.
1 Reyes 8:22-23
22 Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, 23 dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón.
Necesitamos aprender la lección encerrada en la humilde oración de Salomón.
Así es como Dios ha dado a conocer su bendita presencia a su pueblo a través de los siglos. Él ha sido condescendiente con nosotros a través del pacto. El pasaje de hoy continúa expresando esta verdad a través de esta maravillosa oración de Salomón.
Cuando Salomón dedica el nuevo templo a Dios a través de la oración, vemos esta verdad de la condescendencia del pacto de Dios enseñada y ejemplificada. La oración de Salomón ora maravillosamente a Dios las muchas promesas del pacto que Dios ha hecho a su pueblo.
La oración de Salomón también reconoce maravillosamente el amor firme de Dios por su pueblo que Dios ha demostrado al guardar su pacto. La oración de Salomón reconoce el alto privilegio que la gente tiene de la oración que se basa en cómo Dios separó a su pueblo por pacto en el Éxodo para ser su pueblo especial y redimido.
La oración de Salomón ve especialmente la capacidad de orar a través del templo como una bendición del pacto.
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