Lucas 15:11-32
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
La conocida parábola del “Hijo pródigo” (Lc 15:11-32) habla sobre la disposición de un padre para perdonar a sus hijos que han pecado contra él.
Lo que este hijo pródigo recibe al llegar es el abrazo alegre de su padre, que lleno de felicidad da una fiesta por la vuelta de su hijo. Este es un acto de misericordia y bondad.
El hijo pródigo nos representa a nosotros cuando nos rebelamos contra nuestro Padre Celestial, pero no importa a dónde hayamos ido ni lo que hayamos hecho, el Padre Celestial desea que regresemos a casa a Él y al evangelio de Jesucristo.
Esta hermosa parábola nos enseña sobre el amor de un padre y también sobre el arrepentimiento y pecaminosidad del hijo.
Y en está parábola podemos ver como un padre siempre espera, así es que si estás orando por tus hijos no desmayes, si estás creyendo las promesas de Dios para tus generaciones no decaigas, espera contra toda esperanza porque un padre siempre espera en amor y oración que sus hijos sean transformados a luz de la palabra y a la verdad en Cristo Jesús.
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