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Un encuentro con el Espíritu Santo.


Febrero 05 2024


Por eso de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud. Colosenses 2; 6:7.




Testimonio de Alabanza


Nací y crecí en la creencia de la religión católica; con ideas mal arraigadas, así que cuando mi nuera empieza a convertirse a Jesús, para mí fue como caerme encima un balde de agua. No lo aceptaba, le criticaba (le pedí perdón al tiempo.) Me enojaba que llevará a los niños a la iglesia, la llegue a llamar fanática. Mi nieto el mayor me pedía que fuera a la iglesia, obvio yo me negaba, mi hijo también me decía de ir y tampoco aceptaba.

Pasado un tiempo, un día, me invita mi nuera a una plática en la iglesia se llama: Mujeres con Propósito, antes no entendía por qué me negaba, pero

en ese momento acepté ir.

Al terminar la plática, la conferencista nos pide ponernos de pie, al levantarme no sabía, que procedía o que se haría, pero cuando ella empieza a orar, fue algo tan bello, tan sobrenatural, que cada que lo recuerdo me llena de gozo; Ahí, en ese instante, empiece a sentir algo muy extraño, muy intenso; mi cuerpo empieza a moverse involuntariamente.

Yo, no creyente, no lo podía aceptar, pero era algo, no de mi voluntad, y mi cuerpo empieza a erizarse por completo, cada parte de mi ser se estremecía demasiado, y empezaron a brotar las lágrimas, escurrían por mis mejillas. Logre escuchar como de mi lado derecho oraba una persona, al igual que de mi lado izquierdo. Nunca en toda mi vida, había sentido esa hermosa

experiencia; esa bella sensación fue algo extraordinario, único.

Salí de ahí, sintiendo una enorme paz en mi corazón,

Empecé a platicar a mi nuera lo que sentí y ahí empecé a entender, que había tenido un encuentro con el ESPÍRITU SANTO, él estaba obrando en mí.

¡Fue algo tan bello! Gracias a las oraciones que Jesús hizo por mí, llegué a este hermoso ministerio, porque sentí realmente el llamado de mi amado Jesús; sí, yo la que era rebelde, la que decía amar a Dios a mi conveniencia, la criticona, la mujer contenciosa, esa mujer, encontró su primer y verdadero amor...

mi amado Jesús. Y hoy, me quedo a su lado, de su mano y recibiendo todo su amor.


Sea a Él la honra y la Gloria. Sea por su misericordia que alcance su amor y se derramó ante mí su dulce misericordia.


Hoy sé a dónde pertenezco y a quién sirvo. Por siempre le estaré agradecida, por salvarme con su amor.


¡A Él toda la Gloria y toda la Honra!









Marcela.

Cordón Llenas de su Gracia.

Veracruz.

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