Sanidad, consuelo, amparo, ayuda, amor y compasión, son solo algunas de las áreas donde podemos tener una experiencia personal con Jesús.
Esa experiencia es muy importante porque cautiva nuestra alma porque recibimos ese toque de estar en su presencia. Sentir a Jesús en nuestro corazón en nuestra mente y en nuestras emociones hace de nuestra relación con él algo real una experiencia sobrenatural pero vivida, que solidifica la relación de autenticidad que empezamos a tener con él.
Necesitamos esa experiencia personal con él para que podamos expresar su amor tangiblemente, esencialmente a su debido momento, para que de esa maravillosa experiencia sufra algo muy especial, muy emblemático, que no olvidemos nunca, quedé plasmado en nuestros corazones y cuando necesitemos de él esa experiencia resurja para sentirlo en cada área de nuestra vida porque él necesita estar en su totalidad en nosotros.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
(1 Juan 4:10)
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