El padre del hijo bueno y sabio tiene razón para estar feliz y orgulloso;
has; pues, que tu padre y tu madre se sientan felices y orgullosos.
Proverbios 23:24-25
Doy gracias a Dios por esta oportunidad de exaltar su Nombre, su poderío, su amor, su totalidad. Es tan grande y hermoso que no me alcanzaría nada para agradecerle lo que ha hecho por mí.
Al entrar en este proceso he podido sanar muchas áreas que son sorprendentes, el poder escribirlas y que Dios sea exaltado no tengo palabras, sino solo amor para mi Señor. En este proceso Dios sabía que, desde mi niñez, fui amada por mis padres sí, pero en especial siempre era más mi mamá, el sentirla como es ella de dulce, podía disfrutar de esos abrazos, besos en mi niñez, pero del lado de mi papá, era diferente, me amaba a su manera. Fui creciendo con esa forma de amar indirecta de él, es decir, que no había abrazos, muy pocas veces no era cariñoso, ni detallista, no como otros papás que están con sus hijos jugando o van a las juntas de escuela y ven sus calificaciones, de igual forma, así era con mis hermanos. Pero en mí no me daba cuenta de que iba creciendo una pequeña raíz de amargura y sentirme olvidada de ese amor de padre e hija, esto iba hacer con el tiempo que yo necesitará del amor de mi esposo que me quisiera y dependiera de él. Un día, le pregunté a mi papá, ¿por qué era así? y me dijo: mis papás así fueron conmigo. Esto se quedó guardado en mi corazón, y toda mi vida así fue el amor de mi papá, de lejos estando cerca. Recuerdo que antes de conocer a Jesús, no abrazaba a mi papá, no tenía ese sentimiento, me daba pena hacerlo, también otro dato importante que no lo llamaba padre sino, TU, en lugar de papá. Mis hermanos también no podían llamarlo papá, mi papá no quería ser así llamado; eso me lo contó mi mamá, porque a mí hermana así se lo dijo, que no le dijéramos papá. Cuando llego a Jesucristo, mi vida cambia, la sangre de mi Amado Jesús sana mis heridas y me doy cuenta donde estaba la raíz y pude liberarme de la raíz que me ataba a ser infeliz y sentir la idolatría para mí esposo, ya que era la raíz sembrada de mi padre en mí. Jesús con su amor al derrotar al enemigo en la cruz, me libera para ser feliz solo por Él grande y hermoso como es Jesucristo que me había quitado las cadenas para siempre, me había limpiado y quitado todo lo que el enemigo había sembrado en mi corazón y mente. Hoy gracias a Dios puedo llamarlo a mi papá, como es: PAPÁ. Dios me abrió el camino para hacerlo y dejar de decirle TU; también puedo abrazarlo, besarlo, soy ahora muy cariñosa con mi papá, porque hay un fuego en mí, la llama del Espíritu Santo que me inspira, aunque a veces él no se deja, sé que lo disfruta como yo. Ahora comprendo a mi papá y no lo juzgo, solo se puede tener este gran amor y demostrarlo cuando estás impregnada del amor de Jesús, aunque mi papá ya aceptó a Jesús, sé que algún día, Dios lo hará dar ese gran abrazo y muchos besos para sus hijos. Amo a mi Papa Celestial que me dio ese corazón, porque por medio de su sufrimiento al dar a su Hijo en la Cruz, me dio su misericordia y realizó este gran milagro en mi corazón, Dios ha cambiado mi corazón, está siendo transformado y cada día lo hace ser más feliz al honrar a mis padres, al honrar con el servicio a Dios de ayudarlos en lo que puedo por amor solo por amor a Jesús para agradarlo. Amo a mis padres y le doy gracias a Dios de gozarlos y abrazarlos.
Gracias Señor por tu misericordia. Gocemos del amor tan grande que es Dios y ponerlo en testimonio es decirle simplemente TE AMO.
¡Gracias Señor por tu bondad!
Dios las bendiga siempre.
Cristina.
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