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TENEMOS LA AUTORIDAD PARA ATARLO Y ECHARLO FUERA.

Lucas 9:1 Jesús reunió a sus doce discípulos, y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades.


Jesús vino a liberar a los oprimidos y cuando entregó su vida en la cruz nos hizo libre de todas las maldiciones al morir por cada uno de nosotros.


Cada una de nosotras para tener acceso a esa libertad, es necesario identificar todo traspaso, herencia o atadura generacional de nuestros padres y

renunciar a esas maldiciones, como efecto del pecado que se transmite de generación y generación.


Debemos deshacernos de ese estilo de vida pecaminoso, ignorando las leyes de Dios, para que nuestros hijos no pagan las consecuencias de todo pecado.


Renunciar a todo lo que ofende al Señor vicios y pecados, para empezar esa nueva vida a su lado.


Sea rota en el nombre de Cristo Jesús toda autoridad legal del diablo por prácticas no confesadas, puertas abiertas por desconocimiento y toda maldición activada y pactos con el enemigo no renunciados, con la autoridad del cordero en el nombre precioso y poderoso de Cristo Jesús.


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