Junio 16 2024
``Y acontecerá en aquel día" --declara el SEÑOR de los ejércitos-- ``que quebraré el yugo de su cerviz y romperé sus coyundas, y extraños no lo esclavizarán más. Jeremías 30;8
Todo tiene su tiempo bajo el cielo, y esta vez, el Señor todopoderoso no ha dejado ni uno solo de mis días lejos de su presencia.
Este testimonio que hoy me es permitido hacer, me ha dejado ver qué hay muchas cosas que como madre había dejado pasar y permití, al no estar cerca de mis hijos. Sin darme cuenta, el enemigo se había puesto un paso frente de mí, y tras el vacío emocional que existía en mi hijo menor, un demonio de abandono hizo morada en él, y lo ato con los juegos de celular.
Esto, aparte de ser profundo, no dejaba de ser serio. Mi hijo menor no podía estar sin el aparato en sus manos, su mirada estaba perdida, y mientras el enemigo me dibujaba una manta de “no pasa nada” mi hijo más se sumía. Estos juegos sangrientos estaban por doquier, su hermano un poco lo jugaba y su papá es quien los permitía. Pero no me había dado cuenta, sino hasta que me percaté que una hermana en Cristo me manda una información de que estos juegos estaban pactados, ya que se maneja sangre tras la pantalla, a pesar de ser en línea. Me dispuse a orar, clamar y suplicar por la estrategia para que esto se fuera de mi casa. ¡El Señor obró!
Una tarde solos los tres en casa, el Espíritu Santo me llevo a quitarle el aparto a mi hijo menos, fue aquí que el demonio no quería salir, ya que mi hijo se puso mal, casi al ataque de una convulsión. Y solo tenía un poco de guerra espiritual, pedí que me cubrieran en oración al ministerio C3D y fue entonces que me puse a liberar a mi hijo. Fueron aproximadamente dos horas intensas donde mi hijo se tiró al piso, sin dejar de llorar, con los ojos casi por desorbitar y la cabeza hervía, pero el Señor Jesús fue fiel, ya que siempre estuvo bajo control. Esta atadura fue intensa, que no sabía que pasaba. Hasta que fuimos a la palabra, el espíritu inmundo se fue al abismo bajo los pies de Jesús, y mi hijo cayó por el desmayo, su cuerpo quedó un inmóvil y sus ojos estaban cerrados, le cargué y sostuve, ore y ore, Jesús en todo momento nos ayudó y en todo momento nunca lo dejo, ni a mí. Al terminar la guerra espiritual, el pedía agua y le hice orar. Le expliqué que había pasado sin llegar a aturdirlo y pude sentir una paz en él. Cuando regresó su papá a casa, tenía que orar que no sacara nada del juego, pero más que eso, mi hijo menor le dijo a su papá: ya no quiero jugar eso.
Para la Gloria del Señor, más que no jugarlo es que no se quería volver a sentir atado. Me explicaba que yo no se sentía bien con ese juego.
¡Ya no más! me decía. Bendije y bendije la casa. Y junto con eso, la calma llegó. Ha sido tanto el amor que Jesús ha puesto en los corazones, que a pesar de que aún no estamos donde el Seños nos va a dirigir. Lo que ha hecho con mis hijos y con mi familia ha sido verdaderamente Sanador.
Ha liberado cadenas de mis hijos y para su Gloria, mi ahora esposo ya dejo ese vicio de ese juego, junto con mi hijo. Solo que, por él solo ore, y el Señor me escucho y atendió mi clamor.
Jamás te canses de orar, Interponerse en la brecha por tu familia es lo mejor que puedes hacer para llevarlos a la salvación.
Hoy, muchos meses después, veo el cambio en mis hijos y principalmente en el menor y veo de lo que Jesús los libero.
Todo el poder y toda la honra, al que tiene el poder.
Por amor a su Nombre Cristo Jesús.
Rebeca.
C3D MINISTERIO.
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