Job necesitaba una revelación personal de Dios.
Dios lo sabía y se la dio. En aquella revelación personal de Dios, no sólo le oyó, sino que además le vio.
No lo hizo cara a cara, sino a través de la manifestación de su poder, «respondió Jehová a Job desde un torbellino»; Job 38:1.
«¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! yo iría hasta su silla»; Job 23:3, dijo Job.
Como Job, todos necesitamos además de lo que otros nos transmiten, una revelación personal de Dios.
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