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Mi Padre Celestial me sano esas heridas.


Abril 18 2024

¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra su prójimo, a ir a juicio ante los incrédulos y no ante los santos? 1 Corintios 6:1



T E S T I M O N I O D E A L A B A N Z A.



Hoy puedo decir que he sido sanada por mi Amado Padre, me ha llenado de sanidad, amor, paz, tranquilidad, ¡toda la gloria al Señor que es el único digno de toda alabanza!



Mi infancia no fue la mejor, no fue la más tranquila, la más feliz, fue una infancia llena de miedo, de temor he inseguridad, en su momento vivimos mi hermano y yo muchas cosas que, no todo fue así; mi madre nos llenaba de amor, tiempo y dedicación, claro cuando podía, ya que trabajaba.


El miedo no era a ella, era a mi padre, él sufría de alcoholismo y, por ende, tenía una actitud agresiva hacia mi madre, a veces malos tratos y gritos.

Mi temor siempre fue, nunca más ver a mi madre por una de esas golpizas, siempre me preguntaba ¿porque regresas con él? Cuestionaba en mi mente en mi infancia. Pasaron los años y hubo cambios, él gracias a Dios cambio, al menos dejo el alcohol y dejo de llegar a los golpes contra mi madre.

Pasaron los años y creía que todo eso estaba sanado y curado, ¡gran error!

nada está curado, nada esta perdonado, el único que tiene el poder de otorgar el perdón es nuestro Padre Celestial.

Desde que estoy en Cristo y en este proceso de restauración personal, me sentía más atacada por mi madre y tenía malos sentimientos, qué no eran muy grandes, pero si había ese sentimiento de resentimiento, a lo cual Dios me mando a trabajar, fueron días donde me mostró tantas cosas de mi madre; yo juzgaba, y criticaba lo que ella permitió, pero el Señor me dejo ver que ella cometió errores, los cuales ella en su proceso tendrá que dar cuenta y trabajar, qué no soy yo quien, para juzgarla y menos que es mi madre.


Cayó un enorme velo qué me permitió ver tantas cosas, por lo cual puedo ver con otros ojos cosas que pasaron en mi infancia, en situaciones que he vivido con mi madre; ayer que hable con ella pidiéndole perdón porque claramente tampoco he sido un modelo de hija, muchas veces me he dejado llevar por la envidia de los tratos hacia mi hermano, por malos tratos y desconfianza qué ha tenido hacia mí, por tantas cosas que habían pasado en nuestras vidas.

Dios me ha permitido escuchar y ver procesos, que no tenía en cuenta;

ahora qué estoy en este caminar, sé que no sabemos todo lo que los demás han pasado, aprendemos a tener compasión por los demás, como Jesús la tuvo por nosotras, hoy puedo decir: mi Padre Celestial me sano esas heridas, y sé que estará trabajando conmigo y con mi madre por esa relación que él quiere.


Gracias a Dios por no soltar mi mano en este camino.


Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias. Salmo 103:1;3





Mar.

Cordón Llenas de tu Gracia.


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