Cristo nos hace limpios, solamente es a través de él, no hay otro que nos pueda limpiar de pecado, porque él hizo un sacrificio perfecto en la cruz, para poder ser redimidos por su sangre poderosa.
Y esa debe ser la nueva naturaleza espiritual, una vida que es echa limpia a través del perdón, una vida que, a través del Espíritu Santo, nos lleve a mostrar nuestro pecado, ese pecado que necesita ser limpiado, necesitamos trabajar día a día para ser purificados.
Es solamente Dios, el que nos revela nuestra naturaleza pecaminosa, solo él nos muestra lo más íntimo y lo más escondido de nuestras vidas. Él, es el que puede externar todo esto que hay en nuestros corazones para hacernos libres de toda pecaminosidad.
En Juan 16:8-13 nos habla del convencimiento que tiene el Espíritu Santo para librarnos del pecado.
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Oremos al Señor, pidamos que sea el Espíritu Santo, el que nos convenza y traiga a nosotros juicio de pecado, para ser limpios de toda maldad.
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