Es real que tenemos un Dios de segundas oportunidades.
Esto lo vemos en el pasaje Mateo 26:33 “Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.”
Jesús es experto en reparar vasijas rotas un maestro total en reparar vidas quebrantadas.
Y era necesario que después que Pedro habló esto y verdaderamente y son lo contrario a lo que había dicho.
Jesús no le reclamó nada a Pedro. Ya había habido un arrepentimiento, así que no había nada que reclamar, pero sí había algo que restaurar.
Jesús restauró su vida, la cual necesitaba ser rehabilitada en su alma, que comprende de emociones mente y voluntad.
Pedro necesitaba ser reintegrado, Jesús se encontró individualmente con Pedro el día de la resurrección (Lucas 24:34), pero también era necesaria una restauración pública.
Pedro negó tres veces a su maestro, así que Jesús lo guía a reafírmale su amor ese mismo número de veces. Y, en segundo lugar, tres veces Jesús le recuerda su propósito, encomendándole la tarea de cuidar de sus ovejas.
Jesús nos restaura haciéndonos enfrentar el momento de nuestro fracaso y después retándonos a poner nuestros ojos en el trabajo que está por delante.
Jesús concedió a Pedro una triple afirmación pública de amor para reemplazar una triple negación y le dio un reto triple de apacienta a mis corderos.
Restituyendo a Pedro a su estado original, para el propósito para con su vida.
Así pues, vemos que Dios restaura lo que está dañado, Él no desecha la obra de sus manos, Él cumplirá su propósito en ti. Y tú harás lo que fuiste llamado a hacer sobre la tierra.
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