Abril 02 2024
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo; 2 y él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. 1Jn 2;1.
Toda Sentencia ha sido saldada.
Dios de lo imposible, te adoramos, eres invencible, te alabamos.
Tuya es toda la gloria, tuyo es todo el poder.
Por el poder del Espíritu Santo que es una promesa cumplida del Padre, hoy puedo estar aquí, escribiendo esto para la honra de su Santo Nombre.
Hace varias semanas atrás, en la intimidad con mi amado, había estado preguntándole ¿Qué más era lo que debía continuar?
Una noche, me despertó con una palabra cruda que, en ese momento, hizo que todo mi ser se contristara. Autocomplacencia, decía, me desperté con un dolor en mi corazón, el cual me hacía ir a su palabra, me trajo un evento, tras un pequeño chocolate que yo misma me había comprado, el cual quise adornar y no entender que era un deseo de mi carne. Esto abrió paso, a todo el testimonio que hoy puedo dar, solo por su Gracia inmerecida y el poder de su misericordia.
Aquel día, ya contristada, por esto, una canción replicaba en mi hogar, una canción que durante muchas semanas atrás, estaba siendo reproducida por mi et, en el cual aún había intención hacia una om. Al pasar los días, esta seguía, pero, aquel día, sonó tan fuerte, no en mi mente, sino en mi corazón y aunque no quise, penetraba y dolía. Ya estaba siendo contristada, y más aún esto, el Espíritu me sostuvo, pero en verdad, quería correr. Caí a los pies de Cristo, le rendí todo lo que estaba sintiendo, desde la palabra que esa noche me había despertado, hasta este día y ese momento de dolor. Le conté, que en verdad sabía que no me hacía falta nadie, que solo él me era suficiente, pero, la pregunta tenía que llegar, ¿Por qué me duele? ¿Para qué es este dolor, que creí que ya estaba vencido?
Respire profundo, me levante, y el día tenía que continuar, su amor me sostuvo, su fidelidad en la Verdad me hizo avanzar.
Al paso del día, fui donde una debe de ir para arreglar cosas ministeriales, cosas que superan estos sentimientos, su red de contención, y el ministerio me abrazo. Con aquella taza de café, las lágrimas seguían, y tuve que decir, me rindo, debo confesarte amada ministra que, me está doliendo esto, pero dice su palabra que debemos confesar nuestros pecados. El ministerio me abrazo, y mientras las lágrimas no dejaban de caer, el deseo del porqué salió a la luz, ¡nunca me he sentido amada! dije en voz baja. Y en ese momento, Jesús llego al encuentro. Esta taza de café, en aquel lugar ese día, dio paso a poder entender lo que estaba oculto dentro de mi alma. Ese día, mi amado Jesús, hizo de nuevo la obra, al lado del Espíritu Santo, con el cual trabajamos, y el alma fue tocada de nuevo, un evento, a los 10 años me había marcado por completo; la cruda realidad de muchos pecados por las iniquidades de mis progenitores, había marcado ese evento, el Espíritu de Dios dio la revelación, y de nuevo, pero de forma tornasol, un espíritu homosexual seguía rondando ese evento, con lo cual me había pactado, tras haber dicho que quería ser varón en la intimidad, y tomar por esa decisión, la postura errada de un diseño no original. El evento me fue revelado, y ahí, sabía ministerialmente que debía ayunarlo, ¡otra vez! Si, otra vez, dije, porque ahora no era por ser homosexual, sino por tomar un diseño que no me correspondía, en el deseo, con mi pacto de palabra inconsciente. ¡Espera Dios mío! Estaba llorando por una canción, decía, y al otro instante, estaba enterándome del otro evento. Dios mío sostén mi alma, viene desde mi niñez. Solo el único que supo cómo me sentía, estaba ahí, a mi lado.
¡Listo!, ya tenía el ayuno de fin de semana, no pasa nada, para estas cosas hay que ser radical, siempre me he dicho. Y así como así, ese sábado ya estaba en ayuno. Oculte esto a mi et, y oraba pidiendo al Señor que el cubriera todo, y así fue, pero el día dos, el et se dio cuenta, me sentía contristada, de nuevo, solo que fui a mi EC y le clame que me dijera si estaba en lo correcto, nada me importa más que obedecerle. El me contesto: Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Juan 4;34.
Reconforto mi Espíritu, y entonces continue, aunque este ataque había sido permitido, solo quería estar limpia en este ayuno, no faltar en obediencia. El día tres, fue lo más sobrenatural;
Se estaba impartiendo un estudio en la poderosa oración de madrugada, toda la serie había sido inspirada por el Espíritu Santo, y me había hablado ya tres días antes, pero este tercer día de mi ayuno y el ultimo en la madrugada, el Señor había hablado sobre tú abogado… escuchando todo el estudio, me rendí.
En este ayuno no dejaban de correr lágrimas, ver su misericordia, ver su fidelidad, escuchar su voz. Pero ese día, mientras estaba ministrando a otra hermosa mujer, él se me revelo, hablamos sobre la restitución, (es otro testimonio) y ahí en la ministración le dije a ella, mi et me acaba de restituir, y me dio la cantidad, le dije, en ese instante, todo mi ser se inundó del Espíritu Santo. Colgamos, y caí rendida a sus pies, ese día terminaba el ayuno, estando en sus pies, me dio la visión de Jesús entrando vestido de abogado, yo dentro de la cárcel, en un escritorio y él dejaba ahí unos papeles, al abrirlos, la fecha que me fue revelada fue el día que acababa mi condena: dos de abril del 2024, el día en que mi et me terminaba de restituir.
No deje de alabarlo, lo que me hizo sentir ese momento fue tanto, que ahí, entendí todo mi proceso, hace quince años atrás cuando entregue mi cuerpo a la fornicación y el castigo fue impuesto, el carcelero llego, el verdugo fue quien me vigilaba, y mi amado abogado lucho por mi vida, por mi libertad, ¡durante quince años! en donde yo misma firme mi condena.
Pero, ese día, él me dijo que todo estaba por cumplirse. Que esperara a ser totalmente libre de la fornicación. La respuesta que le hice tantos días atrás al ser esposa, y no ver cambios, este día fue contestada, había aun una sentencia que debía cumplirse, un castigo impuesto que esta por romperse.
En ese preciso instante, entendí por completo todo mi proceso, estuve en una cárcel espiritual, ¡ahora todo hacía sentido! Y en su amor todo lo pude procesar, no me fue permitido rendirme, estaba a una nada de salir; y lo primero que él me decía en una ministración fue: gozaras de la plenitud de mi santidad. Y le dije, ¿Qué hare con mi libertad?
Y es que ahora que escribo esto, quiero contarles que todo se ve de tal manera sobrenatural, me ha dado instrucciones, me ha dado su amor, me ha dado su Espíritu y la causa de mi hogar por que luchar; pero desde lo profundo de mi corazón les digo, que disfrutare esta libertad, para poder honrarle con mi vida, al único que, estando caminando en el Gólgota, pensaba en mí, y sabía que este momento llegaría.
Hoy soy libre, en mi alma, en mi mente y en cuerpo, hoy estoy disfrutando de esta libertad, y no hay nada más hermoso, que poder trabajar para el mejor abogado defensor de casos imposibles, a donde el me envié sé que iré, por quien él me mande sé qué haremos todo, para poder ayudar a salir a más mujeres, y familias de esos lugares de penumbra.
Hoy sé que la libertad que tengo le costo toda la vida a Jesús, y que no quiero desperdiciar esta segunda oportunidad.
Les amo, y entrego este testimonio, para exaltar su fidelidad, jamás llega tarde, jamás el Señor te dejara sin cumplir lo que él ha dicho. Nunca permitas que el enemigo te diga que te rindas, no sabes cuando sera el ultimo dia que pases en la carcel, y sea el momento de tu libertad.
En el estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Juan 1;4,5.
Rebeca.
Ministra C3D.
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