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Gracias por permitirme reconocer que lo había hecho un ídolo.

Octubre 03 2024

Él les enjuagará toda lágrima de los ojos.

Ya no habrá muerte, ni llanto ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. Apocalipsis 21:4



Gracias Espíritu Santo por dirigirme y consolarme.


Mi segundo hijo murió a los 23 años, era un chico alegre, bonachón con ese espíritu de ayudar al que lo necesitara, criado en el catolicismo de donde yo salí, creyendo en las imágenes, adorando a Judas Tadeo, mi hijo muere en un accidente en una empresa reconocida, él era supervisor. Esa tarde ya había salido y a otro compañero le tocaba supervisar en el patio algo, y él decide quedarse a apoyarlo, cuando están cerca de una grúa, se desprende la pluma y ambos se accidentan, su compañero logra esquivarlo, solo se fractura una pierna, pero a mi hijo lo golpea la pluma, sin llegar a los detalles, no la libra y muere. Cuando me enteré, estaba feliz, y él había estado con nosotros en la llegada de mi primer nieto, mi nieto nace el 19 de enero y él tiene el accidente en el cuál fallece el día siguiente, 20. Para mí la noticia fue devastadora y solo contaba con el apoyo emocional de mis hijos los menores, pasé muchas cosas en ese proceso, desde humillaciones por parte de mi familia y lo más reprochable cuestionar a Dios, (no conocía a mi amado Jesús) le cuestionaba a Dios el porqué, ¿porque él? ¿porque de esa forma, si no era malo? ¿porque había gente mala y estaba en el mundo y a él se lo había llevado? Tantas cosas, le decía al Señor, caí en depresión, pero la llegada de mi nieto me ayudó a soportar todo eso que sentía, pero estando sola, gritaba, no dejaba de llorar y cuestionar. Puse una enorme foto de mi hijo en donde él llegaba y se sentaba cuando venía a verme y abajo una repisa, en ella nunca le faltaban las flores, agua, una coca cola que cambiaba constantemente, un cigarro, un bulto de su ídolo, en diciembre pistaches que le gustaban. Él fue cremado, falleció un jueves y por años no hubo jueves que no fuera a verlo, a llevarle rosas rojas sus preferidas y su cigarro, y así pasaron los años y yo seguía con esa costumbre; pasa el tiempo y por fin me dejo conquistar por mi amado Jesús, entregándome, aprendiendo a dejarme guiar por Él y a obedecerlo, y ahí entra lo más hermoso de este testimonio, empecé a sentir que eso que hacía con el recuerdo de mi hijo estaba mal, lo platique con mi nuera, ella ya tenía más tiempo en Cristo y me dice llévalo al Señor y pídele dirección al Espíritu Santo, y días después Él me habla y me dice que debo dejarlo ir que debo soltarlo, me metí al baño llore y llore y le dije Señor es tuyo, tú me lo prestaste calma completamente mi dolor y que solo lo recuerde con amor y que esos recuerdos estén llenos de alegría no de tristeza, me costó mucho pero salí y empecé a quitar todo, a botarlo y cuando quite su foto sentí una paz mis lágrimas, eran de amor por haber dejado ir a mi hijo, lo había vuelto un ídolo para mí era ir siempre enfrente de él y adorarlo, llorarle, decirle todo lo que lo extrañaba lo que me dolía no verlo. Hoy te agradezco Señor por permitirme dejar de idealizarlo, de haberme permitido dejarlo ir Padre, si él cometió pecados, si tuvo fallas sólo te pido que tú en tu infinita misericordia lo hayas perdonado.


Gracias Señor por abrirme los ojos y dejar de tenerlo como un ídolo. Gracias amado Padre por tu bondad, gracias porque me lo prestaste y regreso a ti, por tu infinita misericordia. Gracias Señor porque hoy lo recuerdo con amor, con alegría por todo lo que logramos vivir juntos. Gracias por permitirme reconocer que lo había hecho un ÍDOLO Gracias Espíritu Santo por dirigirme y consolarme. Gracias, mi amado Jesús, porque sin ti nada hubiera podido ser posible. Gracias por tanto amor. Amén y Amén.






Marcela.

Cordón Llenas de tu Gracia.

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