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Getsemaní lugar de Decisión y Rendición

Mateo 26:36-38

Jesús en Getsemaní

Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní y dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar».

 Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentirse triste y angustiado. «Es tal la angustia que me invade que me siento morir —dijo—. Quédense aquí y manténgase despiertos conmigo».

 

El triunfo sobre el enemigo, el calvario y toda su agonía, no hubiera sido posible sin la feroz batalla que Jesús libró aquella noche en el Getsemaní.

 

Él no recibió la respuesta del padre que sus sentimientos necesitaban, recibió la fortaleza que venía del Padre del cielo que requería, para afrontar los sentimientos y emociones como su angustia y tristeza tal como dice la palabra.

 

Sin la fortaleza para enfrentar lo que venía, no hubiera sido posible afrontar el calvario, sin el proceso que tuvo Jesús durante toda su vida para el cual había destinado, no hubiera sido posible que soportara, tanta traición, tanta injuria, tanto dolor, todo el maltrato y abuso que vivió.

 

Solo con la ayuda del Padre del cielo que venía de  esa relación íntima que tenía con él y sobre todo esas horas que oró en el Getsemaní, las cuales fueron indispensables, para soportar la Gran batalla que se acercaba hacia la recta final de su llamado, aquí en la tierra.

 

Sin en esa comunión que tiene con su padre, sin esa obediencia y sin toda la  sujeción que lo caracteriza, sin todo lo ese desprendimiento de su vida, a la cual no se aferró,  más bien la entrego por su voluntad no hubiera podido ser consumado.

 

Fueron tres años en los que él trabajó en su ministerio aquí en la tierra, pero su propósito eterno había sido manifestado desde el Principio en Génesis 3:15.

 

Fue en Getsemaní donde el Señor tomó la decisión de ir a la Cruz, mientras que en el Calvario fue donde la materializó.

 

Los sufrimientos de Cristo después de su encarnación fueron reales. El conoció auténticamente el hambre y el cansancio, sufrió el dolor de la deslealtad y la intolerancia, la incomprensión y la injusticia, la decepción de ver intereses creados en sus seguidores más cercanos y la traición o cobardía en otros. Sufrió la agonía indescriptible de la cruz, que de alguna manera nos queda reflejada en sus momentos de oración previos en Getsemaní.

 

En el Getsemaní, seremos consolados, recibiremos fuerzas y dirección para que las decisiones que tomemos sean dirigidas por El, de este modo evitaremos cometer errores y equivocaciones que podamos lamentar.

 

Por eso el Getsemaní es un lugar de Decisión y Rendición.


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