El que encubre sus pecados no prosperará;
más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Provb.28:13.
Había pospuesto mi testimonio, pero el Espíritu Santo en mí, me hace hacerlo hoy, hace poco tiempo estoy en este ministerio Cordón de Tres Dobleces, por medio de una hermana en Cristo ¡bendito Dios! Estoy en un momento de restauración y de procesos, pero hoy decido que conozcan como fue que Jesús por medio de su misericordia me ha perdonado por mi pecado y gracias a él, el papá de mi hija (aún no estoy casada) pudo perdonarme.
Hace años le fui infiel por querer hacerle pagar con misma moneda y he ahí mi gran error, por qué lo hice por hacerlo sentir mal, y cuál fue mi gran error, la que se sintió mal fui yo, pues antes de fallarle a él me falle a mí misma, lo que yo era. En este tiempo en Cristo, me he arrepentido de tantas cosas, errores y malas decisiones que hice, pero él por su misericordia y su amor inagotable me ha perdonado, por medio de oración, llegó el día pactado, el día que debía hacerlo, el día que debía confesar mi pecado oculto, al papá de mi hija.
Unos días antes, hubo oposición, el enemigo no quería que lo hiciera, me metía temor y dudas, pero más, sin embargo, seguí luchando, ¡claro! todo esto con ayuda de Jesús y mi hermana en Cristo, que estuvieron en todo momento conmigo. El día seguía su curso y Jesús me enviaba señales de que no había por qué temer, que solo mirará y observará como él con su poder sobrenatural iba a obrar. Así fue, llegó la noche y ahí fue el momento adecuado, estaba con un nudo en la garganta, cuando el papá de mi hija terminó su jornada laboral, me acerque a él y sin más, le dije que necesitaba hablar con él, respire profundo y le dije que fui infiel; esperaba gritos, reclamos, de todo me había pasado por la mente, ¡pero no! él estaba impactado por lo que acababa de confesar y solo me dijo: te agradezco tu sinceridad, pero vayamos a dormir, anda seguimos con nuestros planes. ¡Gloria a Dios! ¡no podía creer que lo había confesado! Sentí una paz, sentí como las ataduras que tenía por mi pecado se habían ido por confesar mi infidelidad, por eso y por qué he visto obrar todos los días con un nuevo amanecer a Jesús en mi vida, que estoy profundamente rendida a él, toda la honra y toda la Gloria y todo el poder a mi Señor Jesucristo Rey de los ejércitos Celestiales, por lo que ha hecho en vida. ¡Alabado sea el Señor!
Te comparto mi testimonio, hermana en Cristo, no dejemos que miedos y temores tengan poder sobre nosotros, por qué lo único que quiere el enemigo es tenernos cautivas y no ser libres. Dejo mi testimonio de lo que Jesús hizo por mí, para ustedes.
Bendiciones.
Azucena.
C3D Ministerio.
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