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El pecado no es un paraíso.

El pecado solo es placentero y es solo por un tiempo, después pierde la emoción, primero se convierte en ligaduras, cuerdas hasta transformarse en pesadas cadenas que bloquean e impiden después cualquier forma de satisfacción.


La palabra de Dios dice en Proverbios 5:22 que Apresarán al malvado sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado.


La mayoría de las personas que siguen placeres ilícitos, piensan que pueden renunciar a ellos cuando lo deseen; pero el pecado que se repite se vuelve costumbre; la costumbre pronto engendra el hábito; y el hábito al final asume la forma de necesidad; el hombre se ata con sus propias cuerdas, y así es llevado cautivo por el diablo a su voluntad.


El pecado es como una cadena que va atando poco a poco, y que puede ser muy difícil de romper.


Todo lo que hacemos, trae consecuencias, cada quien cosechará lo que sembró. El impío finalmente, quedará atrapado en sus maldades.





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