El título “el Dios de Jacob” alude a la forma en que el Espíritu Santo disciplinó a Jacob, intervino en su vida natural, forjó a Cristo en él y produjo el fruto del Espíritu en él.
Para conocer al Dios de Jacob, es necesario conocer la obra de constitución que lleva a cabo el Espíritu y el fruto que El produce.
Por lo tanto, si nosotros deseamos conocer al Dios de Jacob, debemos permitir que el Espíritu haga Su obra en nosotros, le dé fin a nuestra vida natural.
La meta de Dios al intervenir en nuestra vida natural es hacer que recibamos la constitución del Espíritu.
Jacob no sólo llegó a comprender que Dios es el comienzo de todo y la fuerza que lo sostiene todo; él también adquirió un nuevo carácter.
Dios obró y constituyó en él el carácter de Cristo de tal manera que el carácter de Cristo fue forjado en él.
Salmo 146:5 Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios.
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