Cuando permitimos que los sentimientos y circunstancias se antepongan a nuestra confianza en el Señor y en sus promesas, nuestra fe comienza a flaquear.
Cuando nuestra confianza en Dios está en conflicto con el razonamiento humano.
Vivir por fé, requiere que dependamos del Señor y no de nuestras facultades, pues aquello que parece lógico para nosotros, puede ir en contra del propósito y la voluntad de Dios para nuestra vida.
Santiago 1:6-7 “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”.
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