Nuestras malas conductas vienen desde adentro, del corazón es ahí donde se encuentran los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la malicia, el engaño, la lascivia, la envidia, la calumnia, y la arrogancia.
Dios en esta palabra, nos pide abandonar nuestra mala conducta, para restablecer nuestra vida en él, ser perdonados y sanados.
Dios necesita que abandonemos esas conductas malas que no le agradan, para poder ser perdonados y sobre todo para ser sanos, ya sea física, metal o espiritualmente.
2 Crónicas 7:14
si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Hemos renunciado a nuestra vida anterior al confesar a Jesús, esa vieja naturaleza se tiene que ir, pero falta que lo pongamos en práctica, eso sucede cuando rechazamos tener los malos comportamientos que acompañaban esa naturaleza pecaminosa.
Necesitamos cambiar nuestras actitudes, menguando nuestro carácter y sobre todo buscando al Señor en humildad.
Solo rechazando nuestra mala conducta anterior, poniendo en práctica sus mandamientos, normas, leyes y principios de Dios es que podemos ser sanadas en cada parte de nuestro ser.
Abandonando esa mala conducta que desagrada a Dios podremos ser bendecidas como él quiere bendecirnos.
Como un pequeño niño cuando es reprendido por su mal comportamiento, cuando le llaman la atención, por hacer algo incorrecto o indebido, así mismo en este pequeño devocional Dios quiere llamar tu atención diciendo que hay una mala conducta que no te permite ser bendecida como él desea bendecirte.
Así que humíllate delante de él, si sabes qué es lo que a él no le agrada de tu conducta ríndeselo, y si no recuerdas esa forma de comportarte errónea entonces pídele al espíritu Santo que te recuerde tu mala conducta.
Es ahora pídele al Espíritu Santo que te haga consciente de esa mala conducta que desagrada nuestro Padre celestial, y abandónala, para que Jesús pueda sanar tu tierra y bendecirte.
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